domingo, 15 de marzo de 2009

Así que pasen 25 años...

El viejo seguía surcando aceras con esa chulería que da el barrio a quien lo mama sin distancias. El terno oscuro para la ocasión y la corbata de estreno para el Domingo de Ramos enmarcada en la impoluta y recién planchada camisa blanca completaban el conjunto. Y al cuello la medalla de su Hermandad. Su mujer estaba “jartita” de decirle que le cambiara el cordón a la vieja medalla, ¡que está asquerosa! le decía con guasa sabiendo cual era la respuesta que saldría de su boca: “más feas están las nuevas que no tienen el color de los recuerdos”. Siempre había tenido ese ramalazo de poeta para sus cosas.

De la mano de su nieto y desesperado de esperar a la familia se adelantó para coger sitio donde a el le gustaba ver El Olivo desde que dejó de salir abajo. A los cinco minutos de salir de casa, y con la fatiguita del trote al que había sometido a su nieto para llegar a tiempo, ya estaban los dos apostados en la esquina de panadería. “Aquí es donde se ve de asentarse este paso” sentenciaba a quién lo quisiera escuchar.

Los primeros aplausos de la tarde eran para la cornetería que irrumpía en la calle alborotando el ánimo de los chiquillos. Que de recuerdos devoraban al viejo por dentro al son del tambor de ordinario que bajaba la Cuesta del Rayo, recuerdos de tantos años asomándose a través de la reja del Corpus a ver llegar la banda como penúltima artimaña para distraer los nervios de la salida. “Ya está la gente vestía” se decía a sí mismo, “la hora que es... debajo del paso los tienen ya pasando caló”.

A las seis en punto de la tarde los aplausos delataban que las puertas de la Parroquia se abrían de par en par otro Domingo de Ramos más. Otro Domingo de Ramos más que al viejo se le metería algo en el ojo cuando sonara la marcha real y el Barco de La Cuesta del Rayo se abalanzara con tres izquierdos sobre su barrio para el delirio anunciado de siempre. Ya no quedaba nadie debajo del Señor de sus tiempos de costalero, pero eran muchos los que buscando el primer relevo en la esquina de Pinturas Andalucía lo saludaban tímidamente sabiendo quién era aquel hombre. Siempre había alguna mano nazarena que deslizaba una estampa entre sus dedos y algún caramelo entre las ansiosas manos de su nieto que desde que la Cruz de Guía llegaba al final de la calle competía en emoción y alboroto con el viejo corazón de su abuelo.

Ahí estaba. La misma tarde de siempre. El barrio de siempre como siempre. La misma vieja Cruz de Guía de siempre. Los nazarenos de siempre. Los niños con sus canastitas de siempre. Y El Olivo como siempre repartiendo baberos, como siempre. Ya estaba ahí, a pocos metros, y como siempre, arriaría el capataz antes de dar la vuelta de panadería y el viejo como siempre le musitaría un padrenuestro al Hijo de Dios como dándole las gracias por estar ahí otra vez, como siempre...

Aunque no siempre fue así. Hubo un tiempo en que aquel viejo hoy cargado de años y de vida iba debajo de aquel portento de madera y gloria trabajando con sus amigos en la tarde más bonita del año. Recordaba el nombre de todos. Recordaba los abrazos con cada uno de ellos el día que se cortó la coleta. Como si hubiera sido ayer recordaba la carrera oficial de aquel año: Pureza, María Santísima del Rocío, Verde Esperanza y Angustias. ¡No se iba a acordar de aquellas noches de ensayo!. Acaso se le iba a olvidar alguna vez tantos y tantos relevos en la calle Sevilla alrededor de una cerveza y una de ensaladilla comentando la jugada. O esas “recogías” multitudinarias con esa sensación agridulce del deber cumplido y del “hasta el año que viene señores”, ¡como se iba a olvidar de eso si había sido toda su vida!

El capataz se acercó, le estrechó la mano y le dijo al oído: “Esta levantá es pa ti”. Aquel viejo costalero que nunca dejó de sentirse como tal cogió a su nieto en brazos como si quisiera parapetarse de tanta emoción ladrándole en las sienes y asistió a la escena con la dignidad de los grandes momentos.

Llamó el de negro a uno de sus auxiliares y le dijo que avisara a Sergio, “que lo vi a llamá”. Cuatro toques de martillo se cuajaron en el aire y la voz del capataz sonó...

-Sergiooo.... Aquí fuera está tu padre con tu hijo en brazos y yo les quiero dedicar la siguiente levantá a los dos. A tu padre porque con el le rendimos honores a los costaleros viejos del Olivo, a los que hicieron esta cuadrilla. Y a tu hijo para que el también siga la herencia que tu has seguío y el veneno del costal le pique como te picó a tí. Hoy esta hermandad cumple 50 años y hace 25 este hombre estaba debajo del Señor viviendo este día grande como hoy 25 años después lo estáis viviendo ustedes... Los zancos desde el suelo y fuerte pa arriba mi gente güena. Por los costaleros de ayer, de hoy y de mañana...

Tos por iguá valiente... ¡A esta es!

Sergio Moreno García, que nació un Viernes de Dolores y que relevó a su padre debajo del Olivo recibió los kilos y la emoción de la levantá por su viejo y su niño mientras la película de tantos Domingos de Ramos pasaba por delante de sus ojos. El también recordaba aquella cuadrilla vieja que su padre le enseñó a querer antes incluso de formar parte de ella, y la convicción de que dentro de otros 25 años su hijo estaría debajo le amansó los pulsos para encarar la vuelta de panadería, donde todos los costaleros del Huerto saben que se asienta El Olivo.
A mis amigos de abajo.

Pope, costalero de la Cuesta del Rayo.

Faltan 21 días para el Domingo de Ramos.

8 comentarios:

Jaén dijo...

Una preciosidad de verdad

Enhorabuena poeta

Anónimo dijo...

Mejor no se puede escribir lo que se siente cuando lo llevas dentro
Amigo si dios quiere se vera dentro de 25 años besitos costaleros

Anónimo dijo...

Precioso Pope!! Los pelos de punta al leerlo!! Muy bonito.

Anónimo dijo...

Estoy seguro de que pasará y seguiremos estando juntos viendo al olivo y a la Señora en ese BARRIO con mayusculas que aunque no es el mio lo siento como si hubiera nacido en el. Gracias de nuevo Pope y un abrazo para todos.

Anónimo dijo...

Oleeee, que mas decir, ya está todo dicho Pope, sobran las palabras... Me quedo con la emoción y los sentimientos que transmites ARTITA.

Anónimo dijo...

EN DOS PALABRAS, IM PRESIONANTE...

Jaén dijo...

Jordi no es por ná, pero tu al camino que vas escucharás desde fuera...

papá que te viá llamaá!!!

Vivan los tios que no se quieran retirar de esto nunca.

Anónimo dijo...

¡ojú! hasta el corvejón Jaén hasta el corvejón picha mía...